UNA
NAVIDAD ÉLFICA (PRIMER PREMIO)
Esta historia tiene lugar en un pequeño pueblecito, cerca de
la gran ciudad. Faltaban pocos días para el último mes del año, y desde hace
varios meses, en casa de Mike se veían las noticias la mayor parte del tiempo,
con la esperanza de que todo terminase pronto. Y es que resulta que una
pandemia mundial amenazaba las típicas celebraciones familiares de estas fechas
tan señaladas de Navidad y si nadie lo evitaba ya nada sería lo mismo.
En su casa siempre se habían reunido sus abuelos, tíos y
primos. Mientras los mayores preparaban la cena y ponían la mesa, los niños se
divertían con las figuras del belén y el árbol, y más tarde abriendo los
regalos que les habían traído.
Pero Mike se negaba a quedarse este año sin fiestas, a pesar
de ser un adolescente, no estaba dispuesto a dejar de creer en la magia de la
Navidad. Siempre había soñado con ser un elfo, sí, un ayudante de Papá Noel,
ayudar a repartir ilusión y trabajar en la fábrica de juguetes desde donde
salía todo lo que él había pedido. No se imaginaba que los sueños, casi
siempre, se cumplen.
Llegó el fin de semana, terminó sus deberes, entre los que
se estaba escribir un cuento de Navidad para un concurso del instituto y,
después de madrugar toda la semana, la noche del viernes cayó rendido.
Cuando se despertó no sabía dónde estaba. Enfrente había una puerta muy grande por la que se reflejaban unos rayos dorados. A la izquierda, un ventana enorme de madera, sin cortinas que dejaba ver el exterior.
Hablaban un idioma un tanto peculiar. Uno de ellos, Gumball,
le contó donde estaba y le pidió que lo acompañase.
Entraron en una gran sala, a la derecha una pared llena de
libros y a la izquierda varias pantallas donde aparte de las noticias veían
imágenes de personas que habían perdido el espíritu navideño.
Merry, Joly, Budy y Elvis, que así era su nombre élfico
tenían la misión de devolver la magia a todos aquellos hogares en los que
reinaba la tristeza.
Lo primero que hicieron fue repartir una especie de
purpurina mágica. Fueron a varias casas y cumplieron sus objetivos. En último
lugar, llegaron a la casa de Pablo, un adolescente de 12 años, que por varios
motivos, no tenía ilusión. Los elfos, lo transportaron a su niñez para recordar
como lo pasaba de bien en Navidad. Luego le enseñaron dos escenas muy
diferentes. En la primera se le veía de mayor dedicado más a su profesión que a
su felicidad y parecía echar de menos esas fiestas navideñas. Después en el
futuro, Pablo se vio de anciano, con su mujer, sus hijos y nietos. Todos juntos
como se debe estar siempre y más en estas fechas.
Al despertar, Pablo recapacitó y se dio cuenta de que quería
seguir manteniendo esa felicidad toda la vida y transmitirla a sus hijos, y
ellos a sus hijos y así sucesivamente. No iba a dejar que nadie incluidos sus
amigos le quitasen la ilusión. Si él quería creer, ¿quiénes eran los demás para
hacerle pensar lo contrario?
Lo habían conseguido. Los cuatro elfos, repartieron magia e
ilusión. Y regresaron a casa de Santa, y Elvis, Mike en realidad, estaba a
punto de despertar. Escuchó como sus padres lo llamaban. “¡Arriba, ya han
dejado regalos! ¡Venga despierta!” Se frotó los ojos y fue hacia el baño, se
miró en el espejo y vio que era un niño normal. Corrió al salón, abrió sus
regalos y leyó una nota que le habían dejado en la que ponía: “Gracias por
habernos ayudado. Nunca pierdas la ilusión. Felices Fiestas”.
Puso las noticias, y comprobó que todo era un sueño, en todas las casas reinaba la alegría y las fiestas nunca habían peligrado.
UNA
NAVIDAD DIFERENTE (SEGUNDO PREMIO)
Soy Lola una
adolescente con Asperger a quien le encanta la Navidad. Vivo en Ibiza y
convivo con mis padres, mi hermano mayor y mi perro. Me gusta mucho la
Navidad porque es esa época del año en la que me reúno con mi familia, mi único
y gran apoyo emocional. Todas las navidades (desde que tengo conciencia) mi
familia y yo nos hemos reunido en Madrid, que es donde vive la mayor parte de
mi familia. Este año no hemos podido ir a Madrid porque mis padres están
trabajando, eso me entristece mucho porque como mis padres no están en casa y
mi hermano se aísla en su cuarto estoy la mayor parte del tiempo sola. Menos
mal que tengo a mi perro porque sino no sabría qué hacer, pero, por mucho que
yo quiera a mi perro, también necesito un apoyo humano. Por eso siempre estoy
intentando hablar por teléfono con mi familia, pero ellos nunca pueden, porque
están con amigos, haciendo cosas, etc. Y yo lo entiendo, pero como yo no tengo
amigos no sé qué es lo que hacen ellos todo el tiempo con sus amigos y por qué
nunca pueden hablar conmigo, y si la familia es más importante que los amigos,
por qué ellos no pueden dejar de estar con sus amigos para estar conmigo.
Me gustaría contarles lo que pienso, pero no puedo decírselo porque si no se
enfadaría conmigo, y no puedo permitir eso.
Se
estaba acercando el día de Navidad y yo estaba cada vez más sola y más triste
cuando, de repente, me sonó el móvil. Se me iluminó la cara, respondí y
resultaron ser los pesados de mis padres. Lo bueno es que me tenían que contar
una buena noticia; ¡iban a estar conmigo en Navidad! No era la familia entera,
pero por lo menos eran mis padres.
Con
eso me bastó para estar feliz y contenta durante toda esta semana.
Mañana
es Navidad y estoy muy nerviosa porque no va a ser una Navidad normal, pero
creo que será igual o mejor de buena, no sé… tengo un buen presentimiento.
-¡Feliz Navidad! Venga Lola, ven
a desayunar que hemos hecho churros. - Me dijeron mis padres para despertarme.
- ¡Voy! - les contesté.
Llegué al salón y... ¡allí estaba toda mi familia! En ese momento fui tan feliz, que no supe cómo reaccionar y empecé a llorar y saltar de la alegría que sentía, porque toda mi familia había venido hasta aquí para hacer realidad mi sueño. Tenía un buen presentimiento y se cumplió, por fin tuve, mi milagro de Navidad.
RECUERDOS DE NAVIDAD (TERCER PREMIO)
De acuerdo con
la experiencia de algunas personas, es común ver a personas disfrazadas de
Santa; sin embargo, hay veces en las que dicha persona es una criatura
paranormal, pues no es el típico señor alegre y barrigón, que vemos en las
publicidades que llegan en épocas de Navidad o en cuentos infantiles.
También
podía convertirse en un hombre que había bebido demasiadas cervezas de marca
blanca compradas en la gasolinera más cercana.
Lo más aterrador era que podía
esconder y disfrazar a cualquier persona, como un asesino o un psicópata.
Podría ocurrir más de una vez. Y solo quedaría como un recuerdo.
Un
recuerdo fue el que guardó Mike de la Navidad del 82. Era esa típica Navidad
que se repetía cada año: una comida antes de la llegada de Santa, la espera a
los regalos toda la noche, y la apertura de dichos por la mañana.
Puede
que la espera cambiase un poco.
Después
de haberse llenado de varios caramelos y chocolates navideños, la madre de Mike
lo convenció para ir a lavarse los dientes, ponerse el pijama y esperar al show
que montaba su padre como cada año disfrazándose de Santa, mientras Mike y sus
dos hermanas observaban desde lo alto de las escaleras e intentaban no
echarse a reír .
Después
de haberse tumbado y mirar el techo unos largos minutos, Mike miró el reloj:
habían pasado diez minutos, la noche sería larga. Pero empezó a parpadear
suavemente hasta caer dormido. Se volvió a despertar, el reloj marcaba las
cinco y media, el gran espectáculo empezaría.
Fue
a despertar a sus dos hermanas que dormían acurrucadas en la misma cama.
Después de haberlas despertado y haber cargado con una de ellas en brazos y
llevar la otra cogida con la mano, se sentaron en el suelo para observar desde
arriba de las escaleras.
Vieron
la figura de su padre andar a grandes zancadas por todo el salón y pararse
frente al árbol. No vieron ninguna bolsa donde llevaba los regalos normalmente,
se acercaron un poco más hacia la barandilla para poder ver con más precisión.
Hasta oír la adormilada voz de su madre tras sus espaldas:
- Niños , ¿qué hacéis ? -
Preguntó abrochándose la bata.
- Mirar a papá poner los regalos.
- Susurraron los tres al unísono.
- No puede ser, papá se está preparando para dejar los
regalos, está en el dormitorio… - Dijo acercándose a la barandilla hasta quedar
helada ante lo que veían sus ojos.- Ese no es vuestro padre .
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