I CONCURSO DE CUENTOS DE NAVIDAD


La Biblioteca ha celebrado este primer trimestre el I Concurso de cuentos de Navidad y ya tenemos a los ganadores de esta primera edición. 
Alejandro Rueda Carrasco, alumno de 1º E ha obtenido el primer premio con su relato "Una Navidad élfica". El segundo premio ha sido para Aitana Caravaca Portillo con el cuento "Una Navidad diferente", y Sarah Fernández Lemaitre, alumna también de 2º D, ha conseguido el tercer premio con su historia "Recuerdos de Navidad". 
Compartimos en esta entrada los tres relatos para que disfrutéis de su lectura, también estarán disponibles en la web del centro.
Nuestra enhorabuena a los premiados y felices fiestas para todos.

UNA NAVIDAD ÉLFICA (PRIMER PREMIO)

Esta historia tiene lugar en un pequeño pueblecito, cerca de la gran ciudad. Faltaban pocos días para el último mes del año, y desde hace varios meses, en casa de Mike se veían las noticias la mayor parte del tiempo, con la esperanza de que todo terminase pronto. Y es que resulta que una pandemia mundial amenazaba las típicas celebraciones familiares de estas fechas tan señaladas de Navidad y si nadie lo evitaba ya nada sería lo mismo.

En su casa siempre se habían reunido sus abuelos, tíos y primos. Mientras los mayores preparaban la cena y ponían la mesa, los niños se divertían con las figuras del belén y el árbol, y más tarde abriendo los regalos que les habían traído.

Pero Mike se negaba a quedarse este año sin fiestas, a pesar de ser un adolescente, no estaba dispuesto a dejar de creer en la magia de la Navidad. Siempre había soñado con ser un elfo, sí, un ayudante de Papá Noel, ayudar a repartir ilusión y trabajar en la fábrica de juguetes desde donde salía todo lo que él había pedido. No se imaginaba que los sueños, casi siempre, se cumplen.

Llegó el fin de semana, terminó sus deberes, entre los que se estaba escribir un cuento de Navidad para un concurso del instituto y, después de madrugar toda la semana, la noche del viernes cayó rendido. 

Cuando se despertó no sabía dónde estaba. Enfrente había una puerta muy grande por la que se reflejaban unos rayos dorados. A la izquierda, un ventana enorme de madera, sin cortinas que dejaba ver el exterior. 

Hablaban un idioma un tanto peculiar. Uno de ellos, Gumball, le contó donde estaba y le pidió que lo acompañase. 

Entraron en una gran sala, a la derecha una pared llena de libros y a la izquierda varias pantallas donde aparte de las noticias veían imágenes de personas que habían perdido el espíritu navideño.

Merry, Joly, Budy y Elvis, que así era su nombre élfico tenían la misión de devolver la magia a todos aquellos hogares en los que reinaba la tristeza.

Lo primero que hicieron fue repartir una especie de purpurina mágica. Fueron a varias casas y cumplieron sus objetivos. En último lugar, llegaron a la casa de Pablo, un adolescente de 12 años, que por varios motivos, no tenía ilusión. Los elfos, lo transportaron a su niñez para recordar como lo pasaba de bien en Navidad. Luego le enseñaron dos escenas muy diferentes. En la primera se le veía de mayor dedicado más a su profesión que a su felicidad y parecía echar de menos esas fiestas navideñas. Después en el futuro, Pablo se vio de anciano, con su mujer, sus hijos y nietos. Todos juntos como se debe estar siempre y más en estas fechas.

Al despertar, Pablo recapacitó y se dio cuenta de que quería seguir manteniendo esa felicidad toda la vida y transmitirla a sus hijos, y ellos a sus hijos y así sucesivamente. No iba a dejar que nadie incluidos sus amigos le quitasen la ilusión. Si él quería creer, ¿quiénes eran los demás para hacerle pensar lo contrario?

Lo habían conseguido. Los cuatro elfos, repartieron magia e ilusión. Y regresaron a casa de Santa, y Elvis, Mike en realidad, estaba a punto de despertar. Escuchó como sus padres lo llamaban. “¡Arriba, ya han dejado regalos! ¡Venga despierta!” Se frotó los ojos y fue hacia el baño, se miró en el espejo y vio que era un niño normal. Corrió al salón, abrió sus regalos y leyó una nota que le habían dejado en la que ponía: “Gracias por habernos ayudado. Nunca pierdas la ilusión. Felices Fiestas”.

Puso las noticias, y comprobó que todo era un sueño, en todas las casas reinaba la alegría y las fiestas nunca habían peligrado.

UNA NAVIDAD DIFERENTE (SEGUNDO PREMIO)

Soy Lola una adolescente con Asperger a quien le encanta la Navidad. Vivo en Ibiza y convivo  con mis padres, mi hermano mayor y mi perro. Me gusta mucho la Navidad porque es esa época del año en la que me reúno con mi familia, mi único y gran apoyo emocional. Todas las navidades (desde que tengo conciencia) mi familia y yo nos hemos reunido en Madrid, que es donde vive la mayor parte de mi familia. Este año no hemos podido ir a Madrid porque mis padres están trabajando, eso me entristece mucho porque como mis padres no están en casa y mi hermano se aísla en su cuarto estoy la mayor parte del tiempo sola. Menos mal que tengo a mi perro porque sino no sabría qué hacer, pero, por mucho que yo quiera a mi perro, también necesito un apoyo humano. Por eso siempre estoy intentando hablar por teléfono con mi familia, pero ellos nunca pueden, porque están con amigos, haciendo cosas, etc. Y yo lo entiendo, pero como yo no tengo amigos no sé qué es lo que hacen ellos todo el tiempo con sus amigos y por qué nunca pueden hablar conmigo, y si la familia es más importante que los amigos, por qué ellos no pueden dejar de estar con sus amigos para estar conmigo.  Me gustaría contarles lo que pienso, pero no puedo decírselo porque si no se enfadaría conmigo, y no puedo permitir eso.

                Se estaba acercando el día de Navidad y yo estaba cada vez más sola y más triste cuando, de repente, me sonó el móvil. Se me iluminó la cara, respondí y resultaron ser los pesados de mis padres. Lo bueno es que me tenían que contar una buena noticia; ¡iban a estar conmigo en Navidad! No era la familia entera, pero por lo menos eran mis padres.

                Con eso me bastó para estar feliz y contenta durante toda esta semana. 

                Mañana es Navidad y estoy muy nerviosa porque no va a ser una Navidad normal, pero creo que será igual o mejor de buena, no sé… tengo un buen presentimiento.

 

-¡Feliz Navidad! Venga Lola, ven a desayunar que hemos hecho churros. - Me dijeron mis padres para despertarme.

- ¡Voy!  - les contesté.

Llegué al salón y... ¡allí estaba toda mi familia! En ese momento fui tan feliz, que no supe cómo reaccionar y empecé a llorar y saltar de la alegría que sentía, porque toda mi familia había venido hasta aquí para hacer realidad mi sueño. Tenía un buen presentimiento y se cumplió, por fin tuve, mi milagro de Navidad.

RECUERDOS DE NAVIDAD (TERCER PREMIO)

De acuerdo con la experiencia de algunas personas, es común ver a personas disfrazadas de Santa; sin embargo, hay veces en las que dicha persona es una criatura paranormal, pues no es el típico señor alegre y barrigón, que vemos en las publicidades que llegan en épocas de Navidad o en cuentos infantiles.

                También podía convertirse en un hombre que había bebido demasiadas cervezas de marca blanca compradas en la gasolinera más cercana.

Lo más aterrador era que podía esconder y disfrazar a cualquier persona, como un asesino o un psicópata. Podría ocurrir más de una vez. Y solo quedaría como un recuerdo.

                Un recuerdo fue el que guardó Mike de la Navidad del 82. Era esa típica Navidad que se repetía cada año: una comida antes de la llegada de Santa, la espera a los regalos toda la noche, y la apertura de dichos por la mañana.

                Puede que la espera cambiase un poco.

                Después de haberse llenado de varios caramelos y chocolates navideños, la madre de Mike lo convenció para ir a lavarse los dientes, ponerse el pijama y esperar al show que montaba su padre como cada año disfrazándose de Santa, mientras Mike y sus dos hermanas  observaban desde lo alto de las escaleras e intentaban no echarse a reír .

                Después de haberse tumbado y mirar el techo unos largos minutos, Mike miró el reloj: habían pasado diez minutos, la noche sería larga. Pero empezó a parpadear suavemente hasta caer dormido. Se volvió a despertar, el reloj marcaba las cinco y media, el gran espectáculo empezaría.

                Fue a despertar a sus dos hermanas que dormían acurrucadas en la misma cama. Después de haberlas despertado y haber cargado con una de ellas en brazos y llevar la otra cogida con la mano, se sentaron en el suelo para observar desde arriba de las escaleras.

                Vieron la figura de su padre andar a grandes zancadas por todo el salón y pararse frente al árbol. No vieron ninguna bolsa donde llevaba los regalos normalmente, se acercaron un poco más hacia la barandilla para poder ver con más precisión. Hasta oír la adormilada voz de su madre tras sus espaldas:

- Niños , ¿qué hacéis ? - Preguntó abrochándose la bata.

- Mirar a papá poner los regalos. - Susurraron los tres al unísono.

- No puede ser, papá se está preparando para dejar los regalos, está en el dormitorio… - Dijo acercándose a la barandilla hasta quedar helada ante lo que veían sus ojos.- Ese no es vuestro padre .

 

 


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